
El blanco de la guerra
El Colombia el termino de los “falsos positivos” hace alusión a los asesinatos selectivos por parte de las fuerzas militares para ganar prebendas. Al 2010 ya son 2000 los casos que ha registrado la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por: Isabel Rodríguez
El 21 de mayo del 2008- el CTI envió a las cinco de la mañana por aire las cajas mortuorias, que contenían los restos de los cuatro ex militares entre los 22 y 24 años de edad, de la comuna siete de Popayán, que viajaron a Montería Córdoba, el 29 de agosto del 2007, con la ilusión de mejorar su calidad de vida. Pero aquel sueño termino en tragedia, porque fueron el blanco de la guerra.
El escándalo de los “falsos positivos” de acuerdo con las revelaciones hechas en el año 2008 involucran a miembros del Ejército de Colombia con el asesinato de civiles inocentes para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate. Dentro del marco del conflicto armado que vive el país, estos crímenes los realizan las brigadas de combate con el objetivo de presentar resultados contundentes contra los grupos alzados en armas. ]A estos casos se les conoce en el Derecho Internacional Humanitario como ejecuciones extrajudiciales y en el Derecho Penal Colombiano como homicidios en persona protegida.
De acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía General de la Nación, el departamento del Cauca, principalmente Popayán no es ajeno a esta realidad. Los cuatro casos registrados en la comuna siete ocurrieron bajo las mismas circunstancias. Se evidenciaban serios signos de tortura, tiros de gracia y hasta estrangulamiento.
La Fiscalía expidió la siguiente acta de investigación. “Mediante informe # 402359 Y 402389 respectivamente fueron identificados tres de los cadáveres que reposaban como NNs mediante acta # 219 del 7 de septiembre del 2007 y 253 del 7 de octubre del 2007, respectivamente. Meses después de ser asesinados, sus cuerpos demostraban un alto nivel de descomposición, flagelados indiscriminadamente alrededor de sus extremidades, brazos y rostro”.
Uno de los tres hombres muertos en combate, como lo revelaban las autoridades militares correspondía a Diyer Andrés Varona. El cuerpo fue hallado en condiciones infrahumanas en la hacienda “La Brillante” departamento de Córdoba.
El 5 de septiembre de 1984, Diyer Andrés llegó a este mundo en medio de las múltiples necesidades que enfrenta una familia de clase popular estrato uno. Aquel día para doña Ana Valencia fue una bendición de Dios, un orgullo y una esperanza para alcanzar un futuro prometedor.
Pero según del DANE, cada día son más las personas afectadas por la violencia, la pobreza y el desempleo en el Cauca. Situación económica que a pesar de los esfuerzos para salir adelante, doña Ana y otras familias del departamento no han podido supera, debido a los altos niveles de desempleo, pobreza y la falta de oportunidades.
Las estadísticas revelan que hoy en día cerca de 20 millones de personas viven en la miseria. Eso sin contar que actualmente Popayán es la segunda ciudad más pobre del país y el departamento del Cauca se ubica en alrededor del 70% después del Chocó, mientras que los indicadores señalan que la pobreza a nivel nacional esta en el orden del 45%. Pero eso no es todo, también el Cauca ocupa los mayores índices de pobreza extrema con un promedio de 39,3%, mientras que en Colombia alcanza el16, 5%.
Durante la Tercera Jornada de Acuerdos para la Prosperidad sobre agricultura, que se llevo a cabo en Popayán el pasado sábado 28 de agosto de 2010 el presidente, Juan Manuel Santos, hizo un llamado urgente al Congreso de la Republica para que apruebe los proyectos económicos en este país en busca de acuerdos nacionales y regionales contra la pobreza y por el empleo. Mientras la pobreza en el país alcanza el 45%, en el sector rural sube descontroladamente al 64%.
Algunos de los factores que inciden en estas cifras son por un lado la violencia, hambre, exclusión, desplazamiento. Por otro lado la apertura económica, los procesos de privatización, y la ausencia de Estado también contribuyen como factores de pobreza en el Cauca. Esto teniendo en cuenta que la pobreza es un estado de privación del bienestar que se refleja en la alimentación, la vivienda, la educación y la salud.
Esta problemática social la enfrenta hoy en día Ana Valencia y en el paso del tiempo recuerda a su hijo hace 20 años, en las mismas condiciones de pobreza.
“Yiyo”, corría en ese tiempo por los ranchos, Jugaba las emboscadas con sus amigos de barrio, revolcándose en el lodo”. En ese entonces Diyer pensaría que era uno más de la batalla campal y que tendría que luchar por su vida, pero nunca imagino que las autoridades militares a las cuales les guardaba un profundo respeto, atentarían contra su vida a los 23 años de edad.
Su madre cuenta que en los años 90 el Ejército significaba para los niños un ejemplo a seguir, por eso su hijo y otros compañeros del barrio recreaban los combates guiados por su imaginación.
“Ratata…ratata…ratatatata ¡Nos están dando! ¡Ya ya vienen, los enemigos! ¡Corran soldados que ya vienen los enemigos!”.
Las aventuras transcurrieron en el barrio Los Campos, un sector marginal que fue poblado por numerosas invasiones, luego del terremoto del 31 de marzo de 1983. Desde entonces cientas de familias, de escasos recursos económicos buscaron techo en la zona sur- occidente de Popayán.
El 12 de octubre del 2002 Diyer Andrés se fue a prestar servicio militar en el batallón Domingo Rico de Villa Garzón Putumayo, donde se preparó como soldado profesional, con la esperanza de servir a la patria, mientras su mamá rogaba a Dios por su protección.
“Señor bendito lávamelo con tu sangre, que nadie me le haga daño y protégemelo de los enemigos”.
“Para saber que fue el mejor, con buena conducta y los mismos compañeros le cerraron los ojos”. Señalo Ana Valencia.
Sin anestesia
“Asesinaron a Diyer Andrés en Montería Córdoba, me dijo una vecina del barrio que llegó desesperada al rancho mío, a eso de las siete y treinta de la noche, el nueve de junio del 2007”. Manifestó la mamá de Efrén Darío Chantre Rivera, otro de los jóvenes víctima de las denominadas ejecuciones extrajudiciales. Doña Nancy Rivera además de ser madre cabeza de familia, esta dedicada a la venta ambulante de chuzos en Popayán.
Al día siguiente de la noticia sobre la muerte del hijo de doña Ana, su vecina, Nancy Rivera fue al CTI, para identificar los cadáveres que se habían hallado en Montería – Córdoba. Diego Osorio, delegado de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía de Bogotá, le entregó las fotografías de las cuatro víctimas, con la sorpresa que entre ellas estaba su hijo. “Yo vi esas fotos y me quede aterrorizada. La carita la tenía golpeada como si lo hubieran cogido a patadas ¡Dios bendito! ¡Pobre mijo!”.
Doña Nancy recuerda que el día que Efrén se fue no pudo convencerlo para que se quedara. “Él agarró un bolso, echó una muda de ropa, el cepillo de dientes y se despidió de mi”.
“Madrecita lo único que yo te pido, es que ores mucho por mí, para que de octubre a diciembre que voy a trabajar me pueda ganar esos pesitos que me prometieron”. Estas fueron las últimas palabras Efrén Darío.
A Diyer Andrés lo hallaron en el 2007 envuelto en aserrín, boca abajo, con los pies y las manos cruzadas, vestido con el uniforme de la guerrilla, portando un fusil en la mano, granadas colgadas del pantalón, botas de caucho nuevas, señales de tortura y dos tiros, uno en la espalda y otro en el cráneo. Estas son las mismas características que tenía el cuerpo en descomposición de Efrén Darío, excepto los impactos de bala que recibió en la frente y en el pecho a muy corta distancia, según la prueba forence.
En Junio 11 del 2007 el CTI de Montería Córdoba envió este registro de investigación a sus familiares.
“Al momento de realizar la inspección EFREN DARIO CHANTRE portaba prendas camufladas. Como señales particulares presenta un tatuaje en el dorso de la mano izquierda. Este sujeto fue dado de baja por el GAULA en la hacienda el Brillante municipio los córdobas”. Media 1:60 de estatura, cabello lizo puntiagudo, trigueño y delgado. Prestó servicio militar en el 2005 y el cuatro de septiembre del 2007 fue asesinado en Montería”.
“Ni perdón ni olvido, ni un paso a tras”
Yeison Idrobo fue la tercera víctima en manos de militares, que confió en la palabra de alias “Vicky” y el teniente José Transito Lucumí. Estas dos personas fueron los intermediarios que acabaron con la vida de los cuatro ex militares, vecinos y amigos del barrio durante más de 20 años.
Yeison desde pequeño se ganaba la vida limpiando carros en los semáforos, recogiendo escombros y haciendo mandados en el barrio. “Eso lo hacía para que ni mi mamá ni yo tuviéramos que mendigar una taza de café con pan en la calle”, recuerda Freddy.
Al igual que sus otros compañeros asesinados en Montería-Córdoba, Yeison prestó servicio militar en el Batallón de Putumayo, donde aprendió a patrullar en zonas rojas y campos montañosos.
“¡Huy, no! Comino movía la cola y latía cuando mi hermano Yeison llegaba”, dijo Freddy Idrobo.
Tal vez por eso fue que su madre, doña Omaira Ortega, se dió cuenta que Yeison había regresado para despedirse de ella, el día que el CTI le entregó el cadáver.
“Ese día traquearon los restos en la casa, el perro aulló, y sacudieron duro el cerco del vecino. Yo lo sentí que pasó rapidito mijitico. Me quede calladita y vi que era su espíritu, como si dijera- ¡Aquí estoy, mamá!” Aseguro doña Omaira.
Ante es crimen selectivo Freddy Idrobo denuncio que la alta temperatura en Montería, los ácidos que les inyectaron a los cuerpos y las bolsas negras en las que fueron empacados, fue lo que aceleró su descomposición, haciéndolos irreconocibles”.
Fácilmente engañados
Doña Ana, como hipnotizada no paraba de llorar, parecía como si la vida se le hubiera acabado. Ella cuenta que “Vicky” y el Teniente Lucumí, invitó a seis jóvenes a una cafetería cerca del barrio para tomar un café y contarles los detalles de la propuesta laboral y los requisitos que debían cumplir para ganarse 800 mil pesos mensuales, durante tres meses. Afirmo además que esto lo supo por dos jóvenes que a última hora decidieron no aceptar la propuesta.
Pero Diyer Andrés vio en esta oferta, una oportunidad para curar las necesidades económicas de su familia, alisto los papeles con los que se tenía que presentar y llegó con la noticia a su casa. “Mami me voy a trabajar en Montería con el Teniente Lucumí Criollo”. Dijo Diyer Andrés. “Ese teniente que los embauco cuentan que lo mataron en el Meta y el otro militar involucrado, Guillermo Parra Gonzales, dicen que esta loco”. Señalo la mamá de Diyer.
El principal requisito que debían cumplir era haber pagado servicio militar, estar en disponibilidad para trabajar como escoltas y cuidar una finca ganadera en los Córdobas - Montería conocida como hacienda “La Brillante”.”.
Al cabo de una semana los familiares de las víctimas comenzaron a sospechar que algo estaba pasando y decidieron acosar a “Vicky” para que les informara sobre el paradero de sus hijos, pero ella se negó en varias oportunidades.
“Vicky” era muy conocida en el barrio, de aproximadamente 37 años de edad tez blanca, pelo crespo y de contextura gruesa. Ella solo se limitaba a decir: “¡Ay! Pero porque todos me preguntan. Yo no sé nada. Ellos deben de estar bien”.
El día 9 de junio del 2008 a doña Ana recibió una llamada telefónica de alguien se identifico como Katia Camila del CTI y le dijo: “señora Ana Valencia, siento mucho decirle que su hijo ha sido asesinado el 7 de octubre del 2007 en Montería- Córdoba”. De ese instante Ana Doñas solo recuerda que tiro el teléfono y empezó a gritar desesperada el nombre de su hijo.
La mano negra
La mano negra fue una organización militar que crearon las Fuerzas Armadas para combatir a los grupos insurgentes, en las regiones de Istmina, Pie de Pepe, Baúdo, Yuto y Bagádo donde este grupo especial se dedicó a desvertebrar las estructuras delictivas y a crear estrategias de guerra para obtener permisos los fines de semana.
Según cuenta un ex suboficial del batallón San Mateo de Artillería en Pereira, a quien por seguridad se le reserva su nombre, cuenta que a los soldados se les ordenaba capturar jóvenes entre los 16 y 17 años y presentarlos como guerrilleros del M19. Esta era la orden de un oficial de cargo mayor dentro de la institución que siempre repetía: “Hay que desaparecer a esos muchachos y eso se debe cumplir”.
El grupo de inteligencia militar conocido como “la mano negra” era utilizado para hacer actividades secretas, como la operación “Clave 1”, la cual se desarrollo en el corregimiento de Santa Cecilia –Choco.
“La orden era desenterrar del cementerio siete cadáveres, antes de que los periodistas llegaran al lugar”, aseguro la fuente extraoficial.
El pelotón empezó a escavar el terreno arcilloso hacia las nueve de la noche bajo una incesante llovizna. En un hueco se enterró a Natalia Mendoza alias la “Chiqui”, una de las líderes del M19 que participó como portavoz del grupo guerrillero en la toma de la embajada en 1980 y sostuvo una relación amorosa con Guillermo Elvencio Ruiz, comandante y fundador de esta organización.
Junto a ella, otros cuatro cadáveres que el Ejército había enterrado en una fosa común, fueron trasladaos al cementerio, después cuatro días, para encubrir el hecho.
De acuerdo con la versión del ex suboficial, el olor a mortecina era tan fuerte que atraía bandadas de moscas, que zumbaban incesantes alrededor de los cadáveres.
Como reconocimiento a la labor desempeñada, el pelotón recibió varios días de permiso. Por eso el ex militar dijo que: “en esos tiempos los falsos positivos no se conocían, pero sí había desapariciones forzadas por parte del Ejército que yo presencie”.
La entrega de los restos
Las cajas mortuorias estaban en fila, cada una con una cinta terciada, adornadas con un sencillo manojo de flores amarillo con blanco y sobre el cofre el retrato de las víctimas.
En medio del dolor, Nancy Rivera recuerda que entre las tapas de los cajones salían despavoridas las cucarachas.
Según los familiares de las víctimas todo fue una “trampa”. Los restos no se identificaban con las características físicas de sus hijos. Para ellas ni la carta dental ni la forma del cráneo, el color de cabello, el tamaño de los huesos coincidían. Lo que les hizo creer que esos no eran los cuerpos de las víctimas, por lo cual decidieron adelantar un proceso con la Fiscalía, exigiendo el examen de ADN, examen que les fue negado.
“Nos confiamos que la entrega de los restos iba a ser con todas las de la ley ¡Pero que va! Si ni siquiera hay justicia”, afirmo Freddy Idrobo.
En vista de las pruebas que señalaban a “Vicky” como la autora material del crimen, las autoridades procedieron a capturarla. En audiencia ella confesó: “por el primero recibí $600.000 mil pesos. Por el otro $300.000 pesos y por los otros dos, no me dieron nada”.
De acuerdo con las investigaciones adelantadas por la ONU, se trató de un asesinato sistemático que ha puesto en tela de juicio la política de Seguridad democrática del ex presidente Álvaro Uribe, política que ha servido para que los militares utilicen civiles que luego los hacen pasar por guerrilleros muertos en combate, a fin de ganar prebendas y reconocimientos de sus superiores.
Los hechos comenzaron a registrarse cuando muchos jóvenes desempleados empezaron a desaparecer de sus lugares habituales de residencia en diferentes ciudades del país.
El gobierno sostiene que a la fecha hay 52 sentencias condenatorias a 194 personas. 708 personas afrontan etapa de juicio en 123 casos, 281 personas han sido favorecidas con abstención de medida de aseguramiento y 94 casos son falsas acusaciones.
Para doña Ana Valencia ha sido difícil superar este hecho, que persiste en la impunidad. “Si Uribe no les hubiera exigido tanto al Ejército, no se habían puesto a matar a inocentes. Ahora lo único que esperamos es justicia divina”.