
Una verdad que sale del clóset
Cerca de 115 países han comenzado a aceptar la orientación homosexual, pero aun así, la discriminación no deja de hacerse visible. El interés de la comunidad homosexual por buscar espacios de inclusión dentro de la sociedad se hace cada vez más evidente.
Por: MARÍA CAMILA VIVAS.
No tuvo otra opción. De los bolsillos de su pantalón se desenfundaron un par de puñetazos que fueron a dar a la cara de su compañero después de que éste le gritara loca. Daniel debió recurrir a los golpes para buscar respeto frente a la orientación sexual que a sus ochos años ya había determinado.
La homosexualidad, definida como una atracción hacia la relación con individuos del mismo sexo, es uno de los acontecimientos más notorios en los últimos años. Aunque cerca de 115 países han comenzado a aceptar la orientación homosexual, la discriminación no para.
Así lo confirmaba Daniel ese 31 de octubre en medio de una de sus tantas sesiones de trabajo como estilista, bajo el brillo del maquillaje, las lentejuelas y los tacones. En un día como cualquier otro, hablaba con serenidad de todas las problemáticas por las que tuvo que atravesar al reconocer su condición.
Era tan solo un niño, cuando en medio de risas y juegos comenzó su gusto por los hombres. “Mi mayor temor era que mis padres se dieran cuenta de la atracción que sentía hacia los demás niños. No es fácil reconocerte al principio y menos a esa edad”, afirma mientras con delicadeza cruza sus piernas.
Son varias las razones por las que tales identidades se forman a lo largo de la vida, según la psicóloga Diana Martínez. En primer lugar el alto índice de abusos sexuales influyen drásticamente en el individuo, creando una actitud de rechazo hacia la persona del sexo contrario y un gusto por la persona que comparte el mismo sexo. Por otro lado, afirma que “esta situación tiene que ver con lo funcional que pueda llegar a ser una familia. Lo cierto es que la mayoría de casos se dan de forma natural, es decir, están anclados a los primeros años de vida. Viene intrínseco al hombre desde que nace.”
Muchos de los LGTB (lesbianas, gay, transexuales, bisexuales) han definido su gusto por las personas del mismo sexo como algo normal, como una experiencia más que las personas quisieran vivir. Según Daniel “tanto hombres como mujeres tienen esa curiosidad de saber qué se siente besar a otra persona del mismo sexo, pero quizá por miedo a quedarse ahí o que los vayan a ver no lo experimentan”.
Fernando Solano, miembro del Colectivo de diversidad sexual “León Zuleta”, donde se manejan temas concernientes a los LGTB, menciona que la vida de los gay, lesbianas, homosexuales y transexuales en la ciudad de Popayán es difícil debido a la escasez de espacios y oportunidades que a ellos se les ofrece.
“Los espacios de homosexualización son muy pocos y los que hay están ubicados por fuera de la ciudad, dentro de ellos se destacan El clóset, Los kioscos y Oasis. Uno de los lugares que tenemos en la ciudad es el Banco de la República, casi emblemático para nosotros, porque es de los pocos en donde nos podemos reunir”, afirma Fernando.
Según Colombia Diversa, organización no gubernamental que trabaja en favor del bienestar y reconocimiento legal y social de la comunidad LGBT, Popayán es una ciudad que alberga un 14 por ciento de la comunidad homosexual, según estudios realizados en el año 2008.
A pesar de ser uno de los porcentajes más altos de ésta población en el país, son pocas las personas que pueden abrirse campo y obtener oportunidades. Los miembros de la comunidad LGTB deben buscar otras formas para sobrevivir en una sociedad que parece no estar preparada para aceptar estas prácticas. EXCLUSIONES
En instituciones educativas también se ven discriminaciones frente a la homosexualidad, manifiesta Fernando Solano, quien hace poco se enteró que un joven estudiante del colegio Melvin Jones, había sido retirado por su condición de gay. “En los colegios es algo que ocurre frecuentemente”.
Para Diana Martínez, la homosexualidad es difícil de aceptar en Popayán por el contexto cultural y tradicional. “Nos hemos criado bajo mitos sociales, creencias que hacen parte de nuestro patrimonio. Una sociedad que nos ha enseñado a tapar las cosas”, dice.
“Ha sido muy duro convivir dentro de una sociedad como Popayán, ya que a muchos nos ha tocado invadir los espacios. En mi caso, yo estoy en el Consejo Municipal de Juventud de Popayán y ha sido una cosa tenaz. El primer día que yo llegué me dijeron desviado”, afirma Fernando con una leve y tranquila sonrisa. “Mucha gente quiere sacarlo a uno de casillas y ponerlo a rabiar y a discutir con palabras ofensivas, pero se aprende a manejar este tipo de situaciones.”
Salir del clóset ha generado roces no sólo con la familia sino con los miembros de la iglesia católica, cuenta Solano, quién recibió una vez críticas de un padre por la forma como hablaba y caminaba. “Aquí en Popayán está la onda de las iglesias radicales. Las cristianas son una de ellas, casi fascistas, no les gusta nada. Es terrible la forma como lo señalan a uno sobre cualquier tipo de cosas”.
Por su parte, la posición de la iglesia, según lo afirma el capellán del Colegio San Francisco, Justo Pastor Buitrago, “ha sido adversa a la hora de admitir la homosexualidad como una condición aceptable. Se trata de un tema tabú, todas estas cosas que de alguna forma tienen que ver con la sexualidad son temas que algunos llaman temas fronterizos, de esos temas espinosos sobre los que no resulta muy fácil hablar, además esas posiciones dogmáticas no existen y probablemente no exista una posición taxativa ni de exclusión y de admisión”.
Entre tanto, son diversas las opiniones que genera este tema, como la de Mabel Gallego, docente en diseño de modas, quien afirma que “la homosexualidad es una orientación sexual respetable independientemente de la forma como cada persona la asuma. Cada cual tiene su forma de vida, lo que no significa que uno acepte por completo algunas de sus manifestaciones, todos somos libres de elegir las inclinaciones a seguir. Al fin y al cabo, si se cree en Dios llegara el momento de rendirle cuentas a él y asumir las responsabilidades, no por eso hay que estigmatizar a los homosexuales pues son personas comunes y corrientes”.
Por otra parte, Johana Rojas, estudiante de Comunicación Social dijo: “No creo que alguien por ser homosexual deba ser discriminado, cada quien tiene derecho a elegir su inclinación sexual”. Y con cierto tono de rabia agregó que “existen personas que no son tolerantes y no respetan a los homosexuales, al fin de cuentas cada quien decide sobre su vida, sus preferencias y sólo Dios sabe como juzgar a las personas”.
UNA VERDAD INQUEBRANTABLE
Caminaba siempre entre la carrera cuarta y la calle quinta para conseguir dinero. Andaba un poco desorientado en medio de las calles. El efecto del alcohol y la marihuana hacían lo suyo. Adormecían el cuerpo, el pensamiento y la realidad. “Era lo único que podía hacer para trabajar en la calle en las noches. Porque el hecho de que te venga a tocar alguien que no querés es como muy berraco”, recuerda Daniel decepcionado, mientras levanta la mirada y con una gesto de tristeza intenta verse en uno de los espejos de su salón. “Cobraba entre 30 y 80 mil pesos. Estuve trabajando en eso como cuatro años, pero eso no es vida”.
Daniel vio cómo una mañana los ojos de su madre corrían intranquilos sobre una pequeña hoja de papel. Se movían de izquierda a derecha en busca de esa verdad que tanto la perturbaba. Lágrimas de tristeza rodaban sobre sus mejillas. Cayeron una a una después de leer dos letras: JJ, con las que finalizaba una de las cartas que había olvidado en su maletín esa mañana.
Aquel día Martha conoció una verdad difícil de aceptar. Ella tenía en sus manos la carta que le revelaba con cada palabra la orientación sexual de su hijo. Su gusto por los hombres. Desde entonces pasarían casi tres meses, en donde el frío silencio y su mirada distante, harían sentir a Daniel que ya no existía para ella. Lo borró durante algún tiempo de su vida, al ver que su mundo se caía a pedacitos.
“Ser gay no es nada fácil, porque hay que tener en cuenta que tu familia te va a dar la espalda, pero ahí te das cuenta quiénes son tu amigos en realidad. Igual uno tiene que estar preparado para todo, para la discriminación y señalamientos de los cuales puedes ser víctima. Sin embargo uno no puede estar como un barco a la deriva, uno no puede vivir las cosas por vivir, hay que hacerlo con madurez, pensando en un proyecto de vida, poniéndose metas si se quiere triunfar. Por eso estudié, hice unos cursos de estilista y ahora trabajo un salón de belleza", señala Daniel con satisfacción.
RETOS A SUPERAR
Entre tanto en la ciudad de Popayán se adelantas campañas y eventos para sensibilizar a las personas en torno a este tema, como lo fue “Sexo más café igual oralidad”, en donde se trataron temas concernientes a la sexualidad y a la comunidad LGTB.
Fernando Solano dice que “se pretenden hacer campañas de sensibilización, empezar a dar charlas en los colegios con el consentimiento del Consejo Municipal de Juventudes, en este momento estamos llevando a cabo el proceso de planeación y poniendo en marcha el proyecto con la colaboración de una corporación de Bogotá que trabaja el tema de escuelas diversas. Estamos entonces empezando a plantear esos temas que son importantes tenerlos en cuenta”.
Daniel dice sentirse contento, por el apoyo y la comprensión que recibió de su familia. “Después de un largo tiempo las relaciones cambiaron mucho con mi familia y mi mamá aceptó finalmente mi orientación”.
Por ahora espera que la iniciativa de la comunidad gay de reunirse en Popayán, al igual que en otras ciudades como Bogotá o Cali, se lleve a cabo para luchar por los derechos que les corresponden y “hacer entender a la gente que el ser gay no es un pecado, ni el último escándalo en el mundo” como él afirma. “Nosotros los homosexuales somos como cualquier persona, sentimos, vemos y sólo por el hecho de ser gay o tener la condición homosexual no nos hace diferentes a nadie”.
Ahora las lentejuelas y su maquillaje brillan un poco más y con un gesto de expectativa dibujado en su rostro se aleja sereno por una calle de la ciudad.